Este artículo sera publicado en la Revista de Educación Sin fronteras.
Que progreso? ,
¿ Qué desarrollo?
Son momentos de oscuridad, para utilizar palabras de H. Arendt. Tal vez
sean momentos de tránsito hacia
otro tipo de sociedad, otra forma de
producir, vivir y relacionarnos. Porque nada está escrito. Nada, a pesar de que
los poderes varios que usan nuevas formas de dominio, pretendan
convencernos de que existe una única vía para salir del atolladero que se
acompaña de un único pensamiento válido.
Lo que vamos sabiendo es que paradójicamente la solidaridad entre los humanos que
no logra implantarse por las buenas, se
esta imponiendo, por las malas.
Bajo el nombre de “globalización”, gracias a los extraordinarios avances tecnológicos, no sólo
fluyen de una punta a otra del mundo los capitales, las más sofisticadas formas
de especulación económica, sino también sus consecuencias sobre la vida de los humanos,
de tal manera que lo que ocurre en Londres o Singapur condiciona la
cotidianidad de guatemaltecos, andaluces y haitianos. Esta realidad está resquebrajando la confianza en algunos “supuestos” casi “creencias”
del discurso público compartido; tanto al axioma del “crecimento continuo” como al que
suele acompañarle: el de “desarrollo”.
El “ crecimiento continuo”, motor ideológico de nuestro sistema económico
esta mostrando no solo su imposibilidad existencial sino exhibiendo su
capacidad destructiva: no solo el “
consumo” como estimulo de la economía ha devorado la producción de bienes, sino
que esta resultando “depredador” de la naturaleza mientras pervierte formas de
relación y solidaridad social fundamentales para la supervivencia y la “
buena vida” , Por otra parte, el desarrollo humano , tal
como esta siendo estudiado anualmente por el
PNUD ( Agencia para la
Población de Naciones Unidas) puede ir perdiendo los avances que tanto
conceptual, como prácticamente se estaban
produciendo. Porque si bien, al principio, se
medía el Índice de Desarrollo Humano estrictamente en términos de Producto Interior Bruto , otros factores han sido
incorporados en su valoración, tales como
tasas de escolarización, de empleo, de igualdad hombre- mujer, de tal manera que
el Informe Anual que abarca todos los países del globo, ha ido aproximándose a
lo debe ser el “desarrollo Humano”, según los principios inspiradores de las declaraciones
sobre Derechos Humanos Fundamentales y universales. Los estudios han pasado de valoraciones
estrictamente cuantitativas, a otras cualitativas,
mas acordes con los niveles de redistribución de bienes económicos y sociales.. Bienes que impulsan al reconocimiento de la
dignidad de todo ser humano, más allá de su raza, sexo, condición o lugar de
nacimiento. Principios que otorgan el
derecho a la igualdad de oportunidades, a la libertad y
facilitan el ejercicio de la ciudadanía. Es esta misma ciudadanía la que
esta empezando a ser consciente de las nuevas formas de dominio, de la
fragilidad de la política institucional, ante
nuevas forma de explotación. Una ciudadanía
que debe ser apoyada en el análisis de la realidad y en la confianza en su
propio poder. Hay que desoír las
voces que proclaman volver a “crecer”
sin cambiar los parámetros anteriores. No se trata de volver a los modelos
destructivos que nos han conducido hasta aquí. Se trata de desterrar el miedo al cambio y empezar a repensar el progreso. Se trata de
situar al ser humano en el centro de las actividades sociales y políticas para
que podamos desarrollarnos en libertad,
en igualdad, a fin de utilizar nuestros
poderes y saberes para construir un mundo
que se enriquezca con las diferencias sin que estas sean motivo de inferioridad
ni explotación, un mundo que aprenda a resolver los conflictos sin usar la
violencia, que es la manifestación del dominio del más fuerte…
¿ Es este escrito
una carta a los Reyes Magos? Tal vez.
Pero a estas alturas de nuestras historias sabemos que no hay como una buena Utopía para pone en
marcha procesos reales. Hacer de los seres humanos el objetivo de cualquier empresa personal y colectiva, por
modesta que sea, es empezar a transformar una realidad, la actual, que necesita
de forma urgente ya experimentados nuevos comienzos.
Mº Dolors Renau i Manen
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